Tras el diagnóstico se debe completar una historia clínica minuciosa que incluya una anamnesis completa del paciente con ECF (antecedentes personales/familiares, historia de vacunas y presencia de síntomas como dolor, inflamación de dedos o dorso de manos/pies, dificultad respiratoria, ictericia, coluria, priapismo, nicturia, poliuria, síntomas de apnea obstructiva del sueño, tolerancia al ejercicio físico, mareo, dolor de pecho, convulsiones, alteraciones del comportamiento o en la conducta alimentaria, dificultades escolares y síntomas visuales o auditivos).1

Además, es importante informar y educar a los padres (y al paciente cuando corresponda) sobre la enfermedad, sus posibles complicaciones, medidas higiénico-dietéticas y la indicación del trasplante de médula ósea en los casos en que sea posible.1

Si no hay complicaciones se puede plantear el siguiente esquema de seguimiento (aunque puede variar en función de la gravedad de la enfermedad y del tratamiento que estén recibiendo):1 

  • < 1 año: cada 3 meses.
  • 1 - 5 años de edad: cada 6 meses.
  • ≥ 6 años: cada 12 meses.

 

En caso de sospecha de complicaciones se debe remitir al paciente al especialista correspondiente.1

En la siguiente tabla se detallan los parámetros que se deberían evaluar durante el seguimiento del paciente con ECF:1

 


Referencias:

1. Sociedad Española de Hematología y Oncología Pediátricas. Enfermedad de células falciformes. Guía de práctica clínica. 2019. Disponible en: http://www.sehop.org/wp-content/uploads/2019/03/Gu%C3%ADa-SEHOP-Falcifor.... Último acceso mayo 2022.

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