La evaluación de la respuesta al tratamiento debe realizarse de forma dinámica y continuada en el tiempo.1 Se debería evaluar la respuesta al tratamiento con inhibidores de tirosina quinasa con una periodicidad que dependerá del tiempo en tratamiento y de la respuesta alcanzada (máximo cada 6 meses una vez se alcanza la respuesta óptima).1

Además, aunque los primeros 3 años son claves en la aparición de resistencias, recaídas y efectos adversos, no se puede subestimar la probabilidad de que ocurran en un periodo de tiempo más prolongado.1

Para evitar la progresión a fases más avanzadas de la enfermedad el paciente debería alcanzar una respuesta hematológica completa (RHC), una respuesta citogenética completa (RCC) y respuesta molecular mayor (RMM). En la Tabla 2 se detallan los parámetros que definen el tipo de respuesta a los tratamientos:1

Para un correcto seguimiento deberán realizarse las evaluaciones recomendadas en la Tabla 3. La revisión de la respuesta se debe realizar cada 15 días hasta alcanzar la RHC, después cada 3 meses hasta alcanzar la RMM, y una vez alcanzada la RMM con una periodicidad inferior o igual a los 6 meses.

 

La respuesta se considera adecuada si:1

  1. A los 3 meses: los transcritos de BCR-ABL1 IS son <10% y <95% cromosoma Filadelfia.
  2. A los 6 meses: existe RCC y/o los transcritos de BCR-ABL1 IS son <1%.
  3. A los 12 meses: los transcritos de BCR-ABL1 IS son < 0.1%.
  4. Posterior a los 12 meses: RMM. Respuestas de mayor profundidad parece que pueden beneficiar a largo plazo en términos de supervivencia libre de eventos (SLE) y posibilitar la discontinuación del tratamiento.

 

Se considera que el tratamiento ha fallado si:1

  1. A los 3 meses: los transcritos de BCR-ABL1 IS son >10% y/o >95% de cromosoma Filadelfia.
  2. A los 6 meses: los transcritos de BCR-ABL1 IS son >10% y/o >35% de cromosoma Filadelfia.
  3. A los 12 meses: los transcritos de BCR-ABL1 IS son >1% y/o > 0% de cromosoma Filadelfia.
  4. Posterior a los 12 meses: pérdida de RCC, presencia de mutaciones de resistencia o alteraciones citogenéticas clonales.

 

En caso de fallo al tratamiento se debe tratar de identificar la causa evaluando la adherencia, la evolución clonal y las posibles mutaciones de resistencia en el gen BCR-ABL1.1

Tras el fallo a un tratamiento de primera línea con imatinib (inhibidor de primera generación) existe un riesgo alto de progresión de la enfermedad, y se debe iniciar la segunda línea de tratamiento con inhibidores de segunda generación (nilotinib, dasatinib o bosutinib) lo antes posible.1

Si se produce fallo con inhibidores de segunda generación se debe considerar la posibilidad de introducir ponatinib o realizar un trasplante alogénico de progenitores hematopoyéticos, a no ser que se detecte algún tipo de mutación de resistencia sensible a otra de las opciones terapéuticas. También existe la posibilidad de acudir a la inclusión de ensayos clínicos que incluyan a este perfil de paciente, en caso de que estén disponibles.


Referencias:

1. Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia. Manual para el control y el tratamiento de los pacientes con Leucemia Mieloide Crónica. Edición 2020. Disponible en: https://www.sehh.es/publicaciones/manuales-publicaciones/124461-manual-p.... Último acceso mayo 2022.

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